En Idhún gobiernan seis dioses:
Aldun, dios del fuego y de los Yan
Irial, diosa de la luz y de los Hombres
Karevan, dios de la tierra y de los Gigantes
Neliam, diosa de las aguas y de los Varu
Yohavir, dios del viento y de los Celestes
Wina, diosa de la vida y de los Feéricos
En el principio estaba Um, el Pensamiento. Entonces no había nada. Ni las estrellas, ni los planetas, puede que ni siquiera estuviera nuestro universo. Um era una entidad sin cuerpo y lo único que hacía era trazar increíbles planes que nunca llevaría a cabo.
Entonces apareció Ema, la Acción. Era otra entidad como Um, pero que no se dedicaba a pensar, sino a Hacer, a moverse, a recorrer el vacío, pletórica de energía. Las dos entidades se encontraron. Hasta ese momento, las dos habían creído ser las únicas. Y, para volver a serlo, decidieron destruirse mutuamente.
El choque fue brutal, pero los resultados no fueron los que habían esperado. El resultado fue la Unión. Uno. O Uma, el Primero. Um y Ema se fusionaron en uno solo y giraron y giraron por el vacío, dejando escapar chispas a su paso, chispas que se convirtieron en estrellas, galaxias, planetas... De los restos que dejaban escapar Um y Ema, fusionados en Uma, fueron surgiendo todos los cuerpos de la galaxia. Hasta que Uma estalló en millones de fragmentos. Y desapareció. Pero cada uno de esos fragmentos era una entidad diferente, con la capacidad de Acción de Ema, y los pensamientos y proyectos de Um. Cada uno de esos fragmentos era un dios. Y fueron llegando a los mundos desprendidos de la Unión. A algunos mundos llegó solamente un dios. Al mundo que más tarde sería Idhún, llegaron Seis. En todos aquellos mundos donde llegaban dioses y diosas, éstos se encargaban de crear vida. En los Pensamientos de Um había cientos, miles de proyectos, proyectos que todos los dioses, en todos los mundos, conocían. Pero esto no significa que en todos los mundos se llevaran a cabo los mismos proyectos. En cada mundo, cada dios, o cada Panteón de dioses y diosas llevaba a cabo los proyectos que más les llamaban la atención, porque aquellos fragmentos de Uma fueron, poco a poco, desarrollando personalidades distintas.